«Capítulo X. Donde se cuenta la industria que Sancho tuvo para encantar a la señora Dulcinea, y de otros sucesos tan ridículos como verdaderos”
«–Anda, hijo –replicó don Quijote–, y no te turbes cuando te vieres ante la luz del sol de hermosura que vas a buscar. ¡Dichoso tú sobre todos los escuderos del mundo! Ten memoria, y no se te pase della cómo te recibe: si muda las colores el tiempo que la estuvieres dando mi embajada; si se desasosiega y turba oyendo mi nombre; si no cabe en la almohada, si acaso la hallas sentada en el estrado rico de su autoridad; y si está en pie, mírala si se pone ahora sobre el uno, ahora sobre el otro pie; si te repite la respuesta que te diere dos o tres veces; si la muda de blanda en áspera, de aceda en amorosa; si levanta la mano al cabello para componerle, aunque no esté desordenado; finalmente, hijo, mira todas sus acciones y movimientos; porque si tú me los relatares como ellos fueron, sacaré yo lo que ella tiene escondido en lo secreto de su corazón acerca de lo que al fecho de mis amores toca; que has de saber, Sancho, si no lo sabes, que entre los amantes, las acciones y movimientos exteriores que muestran, cuando de sus amores se trata, son certísimos correos que traen las nuevas de lo que allá en lo interior del alma pasa. Ve, amigo, y guíete otra mejor ventura que la mía, y vuélvate otro mejor suceso del que yo quedo temiendo y esperando en esta amarga soledad en que me dejas.«
Desde hace muchos años soy un ferviente admirador de Cervantes y su insigne obra, D. Quijote de la Mancha. Si, se que es difícil seguir y sobre todo, se que a quienes pasamos los 35 hace al menos 10 años, nos obligaron a desarrollar la imaginación, para trampear los ejercicios relacionados con su lectura cuando cursábamos EGB. (inhumano).Estoy convencido de que esa obligación, flaco favor le hizo al señor Cervantes.
Poco antes de comenzar los estudios de comportamiento no verbal, acabé la enésima lectura de tan amplia e ilustrada obra y, posiblemente motivado por el contenido de la materia a cursar, fui consciente de que nuestro ilustre autor, ya especulaba con las emociones sin palabras, reflejándolo en su obra. Muestra de lo que os digo, lo dejo patente en el genial fragmento que antecede mi reflexión. Grande D. Cervantes; grande.