Hipótesis de la disociación evolutiva en la expresión/interpretación de las emociones.

La expresión de las emociones y su interpretación se ve afectada por la velocidad de la evolución de la sociedad.

Los cambios en el entorno condicionaban la evolución de las especies permitiendo de esta forma la supervivencia del individuo y la propia especie.

Antecedentes

Aristóteles, en su “Historia de los animales” hacía reflexiones sobre el comportamiento animal. Más de dos mil años después, Charles Darwin explicaba la importancia de las emociones, tanto en los animales como en el hombre como instrumento de adaptación y supervivencia de las especies (Darwin, 1872). Expone cómo los animales expresan emociones de placer, dolor, felicidad y tristeza y deja patente de que es en el contexto del juego, donde los animales jóvenes manifiestan una alegría extrema, al igual que los niños de ser humano. 

Darwin planteó que las expresiones faciales humanas mostraban estados emocionales idénticos en todos los seres humanos, relacionando la emoción con la expresión y estas con determinadas conductas, como un proceso continuo resultante de la evolución, y por lo tanto, comparable entre diversas especies. (Darwin, C. 1872. La expresión de las emociones en los animales y en el hombre). Algunos de sus principios se basaban en que las expresiones de la emoción evolucionan a partir de conductas, de manera que si son beneficiosas aumentarán, disminuyendo si no lo son y que los mensajes opuestos a menudo se indican por movimientos y posturas opuestas (principio de antítesis).

No obstante, la vía que él abrió no tuvo continuidad hasta transcurridos casi 100 años, quedando la expresión de las emociones olvidadas, hasta que autores como Plutchik (1962), Tomkins (1962,1963) o los trabajos más conocidos de Paul Ekman (1972,1992) retomaron y avanzaron con las teorías evolucionistas. Posteriormente fueron complementadas por teorías más actualizadas (Barrett y Campos,1987; Ekman & Davidson,1994; Tooby & Cosmides, 1990) y  por estudios etológicos ( Eibl-Eibesfeldt,1989; Krebs and Davies,1993) y análisis filosóficos ( Wright,1971) definiendo e impulsando la tendencia evolucionista de las emociones. 

El enfoque evolucionista redefinió el concepto de emoción ya que estas, habían sido consideradas como estados disruptivos que alteraban el organismo y que debían ser dominadas y controladas por el pensamiento racional. El planteamiento hacia el que se dirigieron los nuevos conceptos, determinaron que las emociones cumplen unas funciones de respuesta del individuo de modo efectivo frente a las amenazas y oportunidades que plantea el entorno.

Por tanto, podríamos afirmar que las emociones han sido determinantes para diversas especies, entre las que está incluido el hombre, para cumplir al menos tres objetivos fundamentales como son la supervivencia, la reproducción y, en no menor medida, la sociabilidad como medio para conseguir las dos anteriores, participando, en su función adaptativa, como un conjunto de respuestas eficaces y coordinadas. Por lo tanto, si las emociones son respuestas determinadas y coordinadas, actúan como el software de la mente y por lo tanto pueden ser analizadas, determinadas y previsibles, siendo la cara, el monitor donde vamos la ejecución de dicho software.

La expresión facial

La expresión orgánica de las emociones en el hombre se refleja fundamentalmente en la cara. Así, podemos afirmar que la cara constituye uno de los estímulos más importantes de la interacción social aportando información del estado emocional del individuo. (Ekman & Oster, 1979), siendo las expresiones faciales emocionales (EFEs) un emisor de señales codificadas para informar a otros miembros de nuestra especie de lo que nos sucede (Darwing, 1872)

Los diferentes estudios y pruebas ofrecen resultados encaminados a apoyar la existencia de una serie de emociones consideras básicas (como la alegría, el miedo, la ira, la tristeza o el asco) que son universales e innatas en el ser humano. ( Johnson, 2011; Sharriff & Tracey, 2011).

FACS

Si la expresión facial de las emociones se entiende que tienen un carácter universal e innato, mediante el estudio pormenorizado de las mismas, los músculos que intervienen y cuantos factores pudieran determinar variables en la intensidad y activación (valencia positiva/negativa  y arousal), se podría establece una metodología que fijase el patrón que siguen las expresiones de las emociones. Esta idea constituyó, posiblemente, el origen de lo que denominamos FACS, Sistema de Codificación de Acción Facial. 

Paul Ekman y WV Friesen desarrollaron los FACS originales en la década de 1970 mediante la determinación de la forma en la contracción de cada músculo facial (individualmente y en combinación con otros músculos) variando la apariencia de la cara. Las unidades de medida FACS se denominan Unidades de Actuación (UA) ya que para determinadas expresiones, se combinan en una sola AU más de un músculo, debido a que los cambios en la apariencia que producían no podían distinguirse. Por otro lado los cambios en la apariencia producidos por un músculo a veces se separan en dos o más UA para representar acciones relativamente independientes de diferentes partes del músculo. 

Posteriormente, Ekman y Friesen desarrollaron durante la década de 1980 como una manera de reducir el tiempo de puntuación cuando un investigador está interesado solamente en las señales de emoción de la cara un FACS abreviado denominado EMFACS (Emotion Facial Coding System Acción)

Discrepancias

Existen vías de investigación que, por el contrario, afirman poder demostrar que el carácter de la expresión de las emociones no es universal dado que existen variaciones en la interpretación de las expresiones faciales entre culturas occidentales y orientales. Esto parece desprenderse de una serie de pruebas realizadas a grupos definidos de diferentes culturas con resultados diferentes siendo la alegría la única emoción en la que coincidieron unos y otros observadores y las asignaciones fueron homogéneos. También cabe destacar que los orientales expresaron la intensidad de alegría, miedo, disgusto y enfado mediante movimientos tempranos de los ojos, mientras que los occidentales lo hicieron con otras partes de la cara, a pesar que ejercemos un menor control voluntario de los ojos que de la boca.

Parece, que el hecho de que existan diferencias en el modo en el que interpretan las señales faciales los integrantes de dos culturas distintas permite atribuir, en cierto grado, el carácter cultural de las representaciones mentales de algunas emociones básicas, que por otro lado, dejan fuera  algunas que podrían tener un carácter fundamental para las culturas orientales como la vergüenza, el orgullo o la culpa.

Esto complicaría o al menos limitaría el proceso de investigación basado en FACS ya que estos contemplan las emociones desde una perspectiva evolucionista y por tanto con carácter universal, lo cual, parece estar en tela de juicio. 

Inadaptación evolutiva del hombre en su sociedad

Tal vez, esta situación, nos permite plantear nuevas vías de investigación. Los cambios en el entorno condicionaban la evolución de las especies permitiendo de esta forma la supervivencia del individuo y la propia especie. Estos cambios del entorno, han sufrido alteraciones con mayor o menor intensidad pero nunca el ser humano se ha tenido que adaptar a condiciones tan cambiantes como las producidas desde la revolución industrial y en especial en los últimos cincuenta años. Esto nos permite especular con la posibilidad de considerar que se ha producido una aceleración en el proceso evolutivo de las emociones, su expresión e interpretación, alterando el concepto de universalidad de las mismas y dirigiéndolas a las nuevas necesidades adaptativas del hombre. Temple Grandin, profesora de etología de la Universidad Estatal de Colorado, padece síndrome de Asperger (variante del autismo) y al igual que otras personas con este diagnóstico, mantiene relaciones estrechas con animales. Ella, sostiene que al igual que los autistas, los animales tienen emociones sin contradicciones y sin filtros por lo que mantienen una comunicación sin interferencias. Es posible que los grandes cambios sufridos en las sociedades técnicamente más avanzadas, hayan marcado una diferencia en la velocidad de la evolución de las emociones que esté haciendo que se modifique el concepto de universalidad de las mismas, lo que obligaría a plantearse la necesidad de considerar aspectos culturales dentro de los sistemas de codificación facial.

Pérez, I. (2014): Hipótesis de la disociación evolutiva en la expresión/interpretación de las emociones. Experto en CNV- Universidad Camilo José Cela

Scroll al inicio